Exploring the intergenerational impact of migration on the families of migrant mothers from the Northern Triangle Countries of Central America
Every year, roughly 500,000 people migrate from the Northern Triangle Countries of Central America—El Salvador, Guatemala, and Honduras. Migration from these countries began in the 1960s and surged in the 1980s. Since 1980, the number of migrants from these countries has increased from 354,000 to nearly 4 million by 2021, according to data from the 2021 American Community Survey (ACS) and the Migration Policy Institute.
For over 50 years, discussions about migration in the U.S. have largely focused on policy reforms, emphasizing illegal border crossings—mainly at the southern border—while often overlooking the deep historical forces that drive mass migration and the human experience of immigrants. The migrant journey begins and ends far beyond the border; it stretches across at least two worlds: one that pushes them away, and another that pulls them in.
Inspired by my maternal family’s experience of displacement during “La Violencia”, a very dark period in Colombian history in the 1950s, “Dos Mundos” shares the intimate stories of four mothers from El Salvador and Honduras who immigrated to the U.S. to escape poverty, unemployment, political conflict, and violence. This ongoing multimedia documentary project, begun in Maryland in 2019 and expanded to Honduras in 2023, explores the intergenerational impact of their migration, both on their families in the United States, and on their families and communities in their hometowns.
Like many immigrants, these mothers inhabit two worlds: the hometowns they left behind and the towns and cities in the U.S. where they now live and work. Do they call both worlds—the places that have shaped their experiences and identities—home? With whom do they build close connections that make them feel at home? What limits their sense of belonging in both worlds? Where are they rooted, and where do they truly feel they belong?
Connecting with the human experience of these mothers—through the intimate spaces in both the United States and in El Salvador or Honduras, where they have built it, and where their stories, beliefs, rituals, and memories remain alive—is to build a bridge between two fragmented worlds.
Explorando el impacto intergeneracional de la migración en las familias de madres migrantes del Triángulo Norte de Centroamérica
Aproximadamente 500,000 personas migran desde los países del Triángulo Norte de Centroamérica—El Salvador, Guatemala y Honduras cada año. La migración desde estos países comenzó en la década de 1960 y se intensificó en la de 1980. Desde 1980, el número de migrantes provenientes de estos países ha aumentado de 354,000 a casi 4 millones en 2021, según datos de la Encuesta sobre la Comunidad Estadounidense (ACS) de 2021 y del Instituto de Políticas Migratorias.
Por más de 50 años, las discusiones sobre migración en Estados Unidos se han enfocado principalmente en reformas políticas, con énfasis en los cruces fronterizos ilegales —especialmente en la frontera sur— y con frecuencia ignorando el contexto histórico que impulsa la migración masiva y la experiencia humana de los inmigrantes. Pero el viaje del migrante no comienza ni termina en la frontera: abarca al menos dos mundos, uno que lo expulsa y otro que lo atrae.
Inspirado en la experiencia de desplazamiento de mi familia materna durante “La Violencia”, un período muy oscuro de la historia colombiana en la década de 1950, “Dos Mundos” narra las historias íntimas de cuatro madres de El Salvador y Honduras que emigraron a Los Estados Unidos para escapar de la pobreza, el desempleo, los conflictos políticos y la violencia. Este proyecto documental de multimedia en curso que comenzó en Maryland en 2019, se expandió a Honduras en 2023, y se extenderá a El Salvador a inicios de 2026, explora el impacto intergeneracional de su migración, tanto en sus familias en Estados Unidos, como en sus familias y comunidades en los lugares de origen.
Como muchos inmigrantes, estas madres habitan dos mundos: los pueblos que dejaron y las ciudades y localidades de Estados Unidos donde hoy viven y trabajan. ¿Llaman hogar a ambos mundos, los lugares donde han construído sus experiencias e identidades? ¿Con quiénes tejen lazos cercanos que les da sentido de pertenencia? ¿Qué limita su arraigo en un mundo u otro? ¿Donde echaron raíces y donde, en verdad, sienten que pertenecen?
Conectarse con la experiencia humana de estas madres—a través de los espacios íntimos, tanto en Estados Unidos como en Honduras o El Salvador, donde la han construído y donde sus relatos, creencias, rituales y memorias siguen vivos—es tender un puente entre dos mundos fragmentados.